sábado, 16 de julio de 2011

SER DE IZQUIERDAS

Este artículo fue escrito y no recuerdo si publicado en LANZA en septiembre de 1991. Me ha resultado curioso encontrarlo y publicarlo. Va a hacer 20 años que lo escribí.

La gran feria del mundo está deteniendo su último carrusel, su última "gran revolución", como si nunca hubiera sido otra cosa que una noria feroz que hay que parar de un plumazo: el comunismo de la URSS y , por extensión, del mundo que este país ha dominado. Se derriban las estatuas de Marx, de Lenin, de Stalin (...) y se restituyen países como Estonia, Letonia, Lituania, cuya "vigorosa independencia" duró 20 años. Los soldados del ex ejército ruso besan los pies de popes y obispos; incluso los gobernantes del Hismat participan en Tedeums o en su equivalente ortodoxo ruso.

Las autoridades de los países capitalistas, con su eufemismo de libre mercado, están satisfechas. Sonríen al ver cómo han cautivado, con sus automóviles y sus bebidas refrescantes de extractos, el alma de un pueblo oprimido por otra propaganda y otra disposición de clases sociales (que allí han sido políticas) a fuerza de pasar hambre -alimentada por las morosas ayudas occidentales, acelerando el mecanismo de la contrarrevolución y se han lanzado a la lucha por los supermercados en los que las colas son debidas a la abundancia en vez de la escasez.

El mundo va a cambiar los conceptos económicos del materialismo disléctico, por los de la Escuela de Chicago.... El enigma de Fátima tenía, vistas las circunstancias, mucha razón. El mundo rojo, salvo escasas excepciones sobre las que una presión enorme dará pronto sus frutos, se ha convertido a la fe en el consumo. El hombre ha dejado de ser materia, porque la naturaleza ha dejado de ser dialéctica, diríamos negando a Lenin; se ha dejado de negar la negación. el hombre vuelve a vender su trabajo que es una mercadería en sí mismo. El estado no tiene ya que ser extinguido porque, decididamente, es un instrumento de felicidad para con sus súbditos. Ni siquiera es válido el revisionismo de Bernstein, Lucács, gramsci, Marcuse o Sartre. Dios ya no es el opio del pueblo, sino que garantiza la integración humana y, posiblemente, tiene acciones en muchas multinacionales.

En el mundo se lleva ser de derechas... Al hombre de izquierdas le tienen hecho un lío, no sabe por dónde salir a la superficie de un mar tempestuoso que fluye con el tiempo y se le adelanta. Si lo dice en públicos, los demás le miran como a un plesiosaurio que repta por una época equivocada, como a una especie digna de un zoo o un museo. El ser humano de izquierdas tiene un porvenir muy oscuro.

Pero yo soy de izquierdas, me apasionan las ideas de Pablo Iglesias, y sé lo que soy, creo en la lucha de clases y creo que, muy pronto, va a ser desaforada. El marxismo, con sus errores, ofreció la cultura a un pueblo analfabeto, que dio ballet, música, ópera, cine, teatro y trabajo al proletariado ciudadano y campesino de imperios construidos sobre la esclavitud. Antes de que a los Stalin los corrompiera su propio ejercicio delirante del poder, la acción sindical socialista logró reducir la jornada laboral a las cuarenta horas semanales que, salvo error u omisión, se disfrutan ahora en los países de libre mercado; de la mejora en las condiciones de trabajo, las vacaciones y los convenios colectivos.

No se me olvida que, por el contrario, a la gran empresa lo que les gustaría es una línea de trabajo a bajo sueldo, con muchas horas, sin sindicatos y con unos fuertes pluses de productividad con los que mejorar un salario rácano. Para que, como siempre, los índices de crecimiento, las crisis y los desfases en la inflación, los paguen los trabajadores con nómina y los cobren las grandes compañías y los bancos. Los ricos defraudan y la justicia les absuelve; los pobres pagan y, si se equivocan, les embargan. Se les impele a vivir por encima de sus posibilidades en detrimento de su cultura y alimentación, con el corazón resentido por la competitividad y una masa ingenua que sigue creyendo que cualquiera puede llegar a ser rico aunque no le toque la Primitiva.

Ser de izquierdas, para mí, sigue siendo un toque de distinción en la conciencia popular y personal. No creo en las alegres rupturas con lo malo para entrar en lo bueno. Porque, como existencialista y escéptico, digo lo que Jean Paul Sartre: el hombre ha de ser libre haciéndose libre, defendiendo al individuo en compañía de sus semejantes y no contra ellos, que es lo que le ha fallado a la interpretación del marxismo en la Unión Soviética, además de sus demás corrupciones. En definitiva, ser de izquierdas es ser un ser humano responsalbe de sí mismo, consigo mismo y, así, de todos los demás seres humanos de la tierra.

miércoles, 6 de julio de 2011

EL CÓDICE DEL SANTO VOTO

Dedicado a los y las profesionales de la comunicación en Puertollano. Cualquier parecido de los nombres de los protagonistas con la realidad es puramente intencionado.

¿Por qué me llamarían a mí para enseñarme aquel trozo de pergamino putrefacto y amarillento? ¿Por qué tendrían que complicarme la vida cuando estaba tan tranquilo en el Puerto de Santa María? Cuando los contratiempos quieren llegar, llegan, y no hay nada ni nadie que les pueda detener. Yo creía no tener ninguna papeleta para que me amargaran el resto de mi existencia. Sin embargo, ahora, al cabo de un mes, comprendo que las tenía todas.
         Aquel hombre, bajito y con un sorprendente parecido con Julian Intuition, me abordó. Llegaba sofocado a la barra del restaurante y me dejó sin respiración cuando me dijo que me conocía. De nada me habían servido las dos operaciones de cirugía estética, la renuncia a los macarrones, la dieta de Estraperlo ni el pilates. Seguía estando lo suficientemente gordo como para que no me creyeran. Se me atragantó la tortilla de camarones que deglutía apresuradamente.
         Aunque parecía mentira, le enviaba el jefe del clan rival, Xavier Flowers, sabedor de que yo era el único que podría entender el cifrado manuscrito. Pero él siguió entrenando mutantes.
         Me bastó mirarlo para ver que necesitaba la ayuda de un especialista. Así lo pensó también mi compañera de comando, Ritis Churches, que le arrebató el legajo y me sacó corriendo, metiéndome prisa, como siempre. Nos recogieron Angel Brown y Marius Coacher, para trasladarnos a toda prisa a las óndulas episcopalianas, donde J. M. Rosmarinus dijo que no podía ayudarnos. Pero estaba él. Tampoco le habían dado resultado los cientos de dietas y regímenes. Pero sabíamos que lo sabía. Él también sabía que sabíamos que lo sabía, pero lo disimuló muy bien cuando llegamos.
         “Con que tú eres él” dije yo demostrando que soy capaz de hablar sin decir nada como algunos (casi todos) los políticos.
         “Claro que soy yo”, me dijo.
         Era Victorienne Moroux, el gran ufólogo. Enseguida adoptó la postura del Hombre de Vitrubio. Yo también lo hice. Resultaba algo grotesco, lo reconozco, pero era la forma de identificarnos como miembros de la misma logia gastronómica.
         Ritis preguntó que qué diantre tenía que ver Leonardo con el cacho de pellejo momificado. Convinimos todos en que Ritis siempre estaba demasiado apegada a la realidad. Y le regañamos por eso. Aunque Anne Barcelín la defendió.
         De repente vimos a Pil del River Manzanares, la fotógrafa espía del Clan de los Picotazos. Seguro que iba corriendo a decírselo a la suprema sacerdotisa, Francis Marriaged, que nos iba a recibir rápidamente.
Marriaged oficiaba junto a sus acólitos, Marcus Bernard y Curruca Rodrigo, que nos atacaron sin demasiada hostilidad. De hecho, acabamos tomando unas horchatas.
“Moja el pergamino en el granizado” dijo Moroux, y le hice caso. La verdad es que el olorcillo que desplegaba la reliquia resultaba apetitoso, pero evité comerme lo que resultaría el más terrible secreto.
Como las noticias vuelan, pronto llegaron los chicos Lanzados: Grace G., Blanche Hache y Eugene White. Las muchachas fueron las primeras en darse cuenta de que aparecían unos símbolos horchateados en el papiro.
Salimos disparados hacia la otra logia de la competencia. Jean Raymond y The Two Franciscus procesaron rápidamente los trozos pegajosos del escrito en los superordenadores de Quijote’s Broadcasting. Pero no obtuvimos ningún resultado. Tampoco en Oretany Times, donde ni Franz Steel ni Jules Servant fueron capaces de decir nada.
El Gran Maestre de nuestra orden, Frederick Rock, dijo que como en casa en ningún sitio y nos trasladamos a la Súper Sede de la Gran Cadena. De camino vimos a los amigos de Channel Fifty Six, Frank y Lewis, que nos quisieron disuadir. Pero claro, era para dar ellos la novedad, si es que la había.
El ruidoso Servidor Multimedia Mass – Mediático, no tardó en empezar a arrojar datos. No tengo aliento para contarlos, así que paso a reproducir el informe informático en su forma:
-         Piel bovina o caprina. Curtida y afinada.
-         Carbono 14: fechable en la primera mitad del siglo XIV.
-         Escrita con una tinta de pésima calidad, con caligrafía de alguien enfermo, como de peste bubónica.
-         Efectivamente, fósiles de los bacilos aparecen en una huella dactilar.
-         No está cifrado.
-         Es castellano de la primera mitad del siglo XIV.
-         Castellano – manchego, para ser exactos.
-         La palabra clave para hablar del mancheguismo es la de “encá Theresa”.
-         El pergamino se fabricó en el Valle de Alcudia.
-         El texto se redactó y escribió en Puertollano o Almodóvar del Campo.
-         TEXTO:
Después de avernos reunido encá Theresa, muxer de Anthonio, con la congoxa de ver morir a tantos que únicamenthe restamos threce famillas nos ayuntamos en la hermita de la Santissima Verge Maria Plena de Grazia, y vothamos hazer una grand comida pro todos vezinos e pelegrinos allegados una vez en cada anno per saecula saeculorum.
         En el Puerto Llano, reyno de Toledo, en el apno del senyor de 1346”.
No podíamos creerlo. Era el códice del Santo Voto. Luego venían las
firmas, que no coincidían con las de quienes dicen ser descendientes, claro está. Todos estábamos radiantes de alegría.

         De repente, Helen Double Camera y Alphonse Somso gritaron horrorizados. “Mirad la fecha”. Así lo hicimos. ¡1346! Dos años antes de la fecha oficial. Esto podía ser el fin. No podíamos cargarnos la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional. Menos aún impedir que se lograra el Interés Nacional. Marble Pecus llegó con su cámara. Le acompañaba Patch Llanos. Eran los Templarios, lo que no disimulaban con sendas cervezas enormes en las manos. Les acompañaba la prelada de los oficios Mirinda Martín.
         Nos arrebataron el Códice sin que opusiéramos resistencia. Nadie más volvió a saber de él.
         Todos adoptamos la pose del Hombre de Vitrubio. Ritis volvió a preguntar qué demonios tenía que ver Da Vinci con nosotros. Pero cruzó los brazos y sonrió como la Gioconda.
.....


II PARTE


Evidentemente tuve que hablar con mis amigos. Algunos no me hablaban, como Xavier Flowers, con toda la razón del mundo. Desde el otro extremo, tampoco me hablaban ni Julian Intuition, ni J. C. Pixar, por haberles involucrado en un asunto que no querían de ninguna manera. Además, visto el documento, J. C. Pixar no aparecía por ninguna parte. Alguien o algo los había borrado.
¿Por qué me llamarían a mí para enseñarme aquella manipulación tan dolorosa? ¿Por qué tendrían que complicarme la vida de nuevo cuando estaba tan tranquilo en Cabezarrubias del Puerto? Lo diré de nuevo: Cuando los contratiempos quieren llegar, llegan, y no hay nada ni nadie que les pueda detener. Sólo ahora, al cabo de un mes, comprendo que tengo una suerte pésima con todos los compañeros de los Grandes Comandos Locales y comarcales de la Información Secreta. Dicen que me quieren, pero no sé, no sé.
         Aquel hombre alto y gordo ocultaba su rostro tras un triángulo toscamente recortado del periódico La Comarca. Lo había puesto en forma de pico bajo sus gafas y bebía inmoderadamente ora cerveza, ora un raf de ginebra nacional con cola. Pegado, casi desmadejado sobre la barra, su enorme corpachón se conmocionó y conmocionó el piso de la taberna y me dejó sin respiración cuando me dijo que me conocía. Volvía a comprobar con amargura que de nada me habían servido las dos operaciones de cirugía estética, la renuncia al tocino ibérico con pan moreno ni los millones invertidos den Incorporación Dermoplástica. Seguía estando lo suficientemente gordo como para que me conocieran a pesar de las gafas de sol con doble acristalamiento que llevaba. Se me atragantó la tapa de patatas con pimientos que devoraba con una pasión de aguilucho lagunero.
         -Yo soy el que soy- exclamó con voz de barítono mientras encendía un puro horrible con una cerilla de 1.978.
         Y, efectivamente, era él. Albert J. Lamber. Y se lo dije.
         -Tú eres Albert J. Lamber. Me ha bastado mirarte pará saber que estaba ante ti mismo.
         Se despojó del pico de periódico y adoptó la postura del hombre de Vitrubio. El pequeño bar se estremeció de nuevo. Lo volvió a hacer cuando yo hice lo propio para corresponderle. Albert J es el Gran Maestre de mi logia gastronómica G –ases en su versión de P-2.
         Rápidamente me descubrió la verdad, o sea, la mentira. “El códice del Santo Voto es falso. El verdadero está en las garras de J. C. Pixar. No tiene nada que ver con los de los dibujos virtuales”.
         Esta última aclaración no era necesaria en absoluto, pero siempre tenía que demostrar que era el Gran Maestre y que sabía mucho de cine. Pero no le dije nada. Después llegó el Gran Combo de la Orden, Andrew Usher, y nos entregó las hipotecas.
         Ritis Churches, nos llevó en su coche a velocidad de vértigo. Dejamos a los maestres y recogimos a los templarios. Marble Pecos se acercó visiblemente cabreado por los problemas para estrenar su documental, mientras Patch Llanos tomaba de la mano a Nury Bride.
         Muy pronto se nos unió Victorienne Moroux, que pasó de adoptar la postura del hombre de Vitrubio porque era muy incómodo en un auto en el que ya iban seis o siete personas más.
Ritis preguntó que qué diantre tenía que ver Da Vinci con este nuevo capítulo del códice. Estacionamos sin hacerle caso y nos unimos a Martha Moyc y a Alphonse Somso, que también estaba declarándose a su Maru Bride.
Llegamos como una exhalación a Intuition Inc. Julian había inmovilizado a Pixar. Le ayudaban Marius Coacher y Bustamanty Charlie.
Asustado al verme llegar, nos entregó el nuevo códice. Era un pellejo más repugnante que el anterior. Se veían claramente los bubones.
De vuelta en la Gran Cadena de los Seres Máximos, introdujimos el pergamino en nuestro aparato.
El ruidoso Servidor Multimedia Mass – Mediático, no tardó en empezar a arrojar datos. Tampoco tengo aliento para contarlos, así que paso a reproducir el informe informático en su forma:
-         Piel humana curtida a toda prisa.
-         Carbono 14: fechable en la primera mitad del siglo XIV.
-         Escrita con sangre, sudor y lágrimas, con una caligrafía de alguien enfermo, como de peste bubónica. Era un tatuaje.
-         No está cifrado.
-         Es castellano de la primera mitad del siglo XIV.
-         Castellano – manchego, para ser exactos.
-         La palabra clave para hablar del mancheguismo es la de “más acabados que la mina de la Pepita”.
-         El pergamino se fabricó en el Valle de Alcudia.
-         El texto se redactó y escribió en Puertollano o Argamasilla de Calatrava.
-         TEXTO:

Después de avernos reunido encá Isidora, muxer de Joseph, con la congoxa de ver morir a tantos que únicamenthe restamos cathorce famillas nos ayuntamos en la hermita de la Santissima Verge Maria Plena de Grazia, y vothamos hazer una grand comida pro todos vezinos e pelegrinos allegados una vez en cada anno per saecula saeculorum.
         En el Puerto Llano, reyno de Toledo, en el apno del senyor de 1346”.
No podíamos creerlo. Era el códice del Santo Voto. Luego venían las
firmas, que esta vez sí coincidían con las de quienes dicen ser descendientes, claro está. Todos estábamos radiantes de alegría.
         Pixar se había soltado de sus apresadores y nos quitó el documento extraordinario.
         -No lo sacaréis de aquí mientras yo tenga vida- gritó.
         Yo paralicé con mi mirada a mis compañeros. “Dejadle marchar, eso no puede publicarse”.
         Ponía cathorze, catorce, no trece, eran las familias. Una de ellas había sido ninguneada.
         Los Templarios, de nuevo, nos arrebataron el códice. Lo diluyeron en sus cubatas y se lo bebieron. Nadie más volvió a saber de él.
         Todos adoptamos la pose de la Última Cena. Ritis volvió a preguntar qué demonios tenía que ver Da Vinci con nosotros. Pero se recostó sobre mi hombro como la Magdalena.

 

martes, 5 de julio de 2011

Adiós a José Aguilar "Josito"

El Rey sin sucesores del carnaval de Puertollano, el gran artista, el gran defensor de la verbena de San Antonio, el gran transformista, el gran subversivo de Puertollano, el gran minero, José Aguilar Fernández, conocido como Josito, ha fallecido hoy en Puertollano, en su pueblo.
Josito sacudió muchas veces a Puertollano desde las mismas entrañas del fascismo cuando se travestía en carnaval y cuando desafiaba la celebración de la verbena de junio, prohibida también en nuestra ciudad porque era, realmente, un homenaje a los fusilados en tal día cuando acabó la guerra civil.
Josito fue minero porque era lo único que podía hacer, mientras no ocultaba su condición sexual, provocativa y risueña, en un mundo macho que, después de haberse reído (muchas veces burlado) de él, aprendió a respetarle como a nadie.
Josito, que en la mina era la alegría de sus compañeros, defendió su diferencia siempre, pero eso sí, una vez, me contaba, un compañero le faltó al respeto y su carbura voló de tal modo que, si no se agacha, le arranca la cabeza.
Porque Josito era especial, pero tenía un par… y era grande y fuerte, y su amaneramiento no escondía un poderío que salía tanto actuando como trabajando.
Las circunstancias de la época impidieron que se fuera de bolos con los más grandes. Le quisieron Concha Piquer, Juanita Reina, Marifé de Triana, Pepe Marchena y Juanito Valderrama, porque se hacía unos trajes impresionantes y bailaba como un auténtico profesional.
El tener que cuidar a su madre, impedida, durante más de cuarenta años, hizo que se conformara con vestirse como Miguel de Molina, o como Carmen Amaya, haciéndole disfraces y vestidos a quienes se lo pedían, manteniendo la verbena de San Antonio y la capilla que todavía se ve.
El carnaval era cosa suya. En los años del franquismo se hizo imprescindible y sufrió más de una paliza de las fuerzas del orden, que también se llevaron algún que otro mamporro, porque ha sido siempre muy hombre.
Fue el primer mascarón de la democracia. Para mí, el más grande. Ahora, el ayuntamiento le ha puesto su nombre a un premio. Le hace falta una avenida. Su último baile, con riesgo de su vida, lo hizo conmigo en el escenario. Iba vestido con una bata de cola y desató el aplauso general de un público que le ha querido mucho.
Porque cuando lo de la liberación gay era motivo de cárcel, él incendió, con risa y con cojones, el escándalo de una sociedad maniatada física y cerebralmente. Liberándose él liberó un mucho a Puertollano.
También sufrió un atentado, aunque nunca quiso airearlo. Me pidió que no hablara mientras viviera. Hoy lo digo. El incendio de la ermitilla fue intencionado. Algún mal nacido escribió enfrente “volverás a arder”. Por eso, sin mucha ilusión, se fue retirando y el cansancio le llevó a irnos dejando.
Eso sí, salió en la tele muchas veces, por lo grande que era. La última fue en Cine de Barrio, de TVE, explicando desde el museo de la Minería, cómo se rodó la película “Esta voz es una mina”. Allí estaba Josito, gigantesco, al lado de Antonio Molina, en el grupo de trabajadores que cantaba “Cantar, cantar”, que todos conocemos como “Soy Minero”.
Descanse en Paz. Siempre le recordaremos. Porque va a estar, cada carnaval, cada verbena, luciendo una camisa de volantes y chorreras, y llevando, como nadie, el sombrero cordobés. Hasta siempre.

(En memoria de José Aguilar Fernández, “Josito”, fallecido en Puertollano, el día 15 de diciembre de 2010, a los 87 años de edad)