sábado, 27 de agosto de 2011

Algunos poemas de 2007

El árbol de la vida
No tiene ramas seguras
Ni tronco incorruptible.
No le brotan hojas
Que nunca se marchiten
Ni son sus flores
Para la eternidad.

El árbol de la vida
Es, a menudo, inquieto,
Algo como imposible.
A veces no le basta
Con una primavera.
Otras veces, en cambio,
Hace su ciclo en un breve verano.

El árbol de la vida es,
Casi siempre, el árbol de la muerte.


















Este tiempo,
Prodigio de avatares,
Me he muerto casi.
Casi se me ha olvidado
Que el dolor no se olvida
Y que todas las ansias
Pueden volverse en contra.

Me ha servido, eso sí,
Para volver a enumerar por cientos
Los amigos del alma
Y también he admitido
Mi propia condición de acabable.

No renuncio al veneno
Del frenesí y el éxtasis
Por pura cobardía.
Antes bien,
y a pesar de la poca constancia,
temo quedarme solo
en el perenne remanso de la nada.

Me he muerto, casi.
Y sigo haciendo gala
De toda la innegable
Duda en el infinito.












Soy capaz de entender a quien te tiene miedo,
Sé la triste razón de quien debe soñarte
Y cuando tengo dudas sobre lo que te extraño,
Mis noches se me encienden con luces que no brillan.

Me asombra la distancia con que me pierdes siempre
Y me asusta la risa de quienes te conocen.
Mi voluntad es algo que jamás te comprende
Y las dudas son todo el porvenir que contemplo.































No me importas ni tú ni el firmamento,
Ni el aroma de incienso de tu risa,
No me trastorna el brillo de tus ojos
Ni tu terrible boca incontenible.

No me importa la noche sin estrellas
En que disuelves tu belleza indemne.
No me asombras, por mucho que lo busques,
Ni me asusta el rumor de tu mirada.

Pero tengo los labios ateridos
Por el hielo dorado de tu aliento,
Por el amargo tono de tu sombra.

Y se queda en mi gusto y en mi almohada
Un frenesí terrible por tus dientes,
Una añoranza atroz de tu saliva.























Yo soy tu libertad y mi presidio.
Me niego a verte y ya te estoy buscando.
Hasta inconsciente tu razón me sueña.
Trato de huir y embarranco en tu arena.

Hay que sufrir para morir contigo,
Como si con la muerte no tuvieses bastante.

Asómbrame en tus dudas,
Piérdeme en tus certezas.
Te acuso de pensarme
Cuando soy quien te anhela.

Drágame en tu estuario,
Déjame en tu sonrisa,
Albérgame en tu sombra.
Deja que sea feliz
O que, al menos, lo piense.




domingo, 14 de agosto de 2011

Epitalamio para Manoli Hernández Caballero

Benjamín Hernández Caballero

CÁNTICO NUPCIAL PARA LAS BODAS DE MANUELA HERNÁNDEZ CABALLERO Y EDGAR VILLALBÍ GIL


I – Cançó breu pel matí

Sento una llum enamorada,
com una rosa a mitja nit.
La núvia és una matinada,
els ulls gegants, el cor petit.

El nuvi escolta arrabassat,
ànima i cap ja estan en pau,
perquè tot sona a veritat
i l’esglesieta és un Palau.

El tendre vespre de l’adéu…
Tanta emoció en aquest moment…
Si trobo l’ànim i la veu
vaig a cantar al casament.
















II – Seguidilla.


Cuando te miro, hermana,
me das la vida,
me iluminas el cielo,
sueltas la brisa.
Ay, quién pudiera
seguirte en tu alegría
sobre la tierra.

Os bendigo en la dicha
de vuestra boda.
Que os feliciten todos
a todas horas.
Vaya momento.
Con los novios más guapos
del firmamento.

A festejar venimos
de todas partes.
Os cantan las estrellas
inescrutables
y os canto yo,
con mucho sentimiento
y poca voz.

Con lo que tengo,
pongo en mis ilusiones
todo mi aliento.








III – Epitalamio en Sí (mismo) Bemol.


Vuestro amor es un árbol para la eternidad,
una herida en el centro de la maltrecha tierra,
un emblema de vida, una voz de futuro,
un impensable mar de abismos y caricias.

Vuestro amor tiene acentos de madrugada insigne,
de vientos de nostalgia, de abrazos malheridos.
Es la entrañable lucha del universo inmenso
que crece y se desgasta a fuerza de pensaros.

Vuestro amor se refugia en cientos de ilusiones,
madrugadas tremendas, felices despertares.
La noche se transforma en mañana infinita
y el cielo es tan pequeño que apenas os oculta.

Vuestro amor se acentúa con las adversidades,
se crece en el mañana, desafiando al miedo.
Es como un porvenir de inabarcable fuerza,
como una magnitud de imposible medida.

Vuestro amor vencerá cualquier impedimento,
hará fuego del agua, tarde del mediodía.
Tendrá que ser custodia de besos como alas,
de carnes que se sueñan y se tocan por siempre.

Vuestro amor comestible, de eternidad arbórea,
tiene que responder ante el viento y el pájaro,
dar asilo al poder de la nieve y el fuego.
Vuestro amor es posible porque sois necesarios.






IV – Noche de Bodas. Soneto.


Están los dos amordazados, bellos,
atados por la cuerda de la vida,
sin temor a la soga ni a la herida,
refulgiendo con múltiples destellos.

Masticándose a besos, solo ellos
tienen la risa apenas contenida,
los suspiros sin fin y sin medida,
repetidos, confusos, como aquellos

en los que tantas veces se perdieron.
La plenitud de ardor, tan insegura,
la boca por la boca atenazada,

tanto se amaron que se confundieron,
pero no equivocaron la hermosura
en la mordaza dulce de la almohada.


















V – Conjuros y sortilegios para un final feliz.


Yo conjuro a la vida, al destino y a todo.
Que os bendiga la luz anhelante del sol,
los astros y la esencia de dioses y de hombres,
las mujeres, los niños y los montes de espuma.

Que todo os beneficie y el tiempo sea ligero
para que el vendaval de vuestros despertares
no tenga la dureza de la piedra afilada
y sea un roce de plumas vuestro mundo diario.

Sed felices y hacednos, que está todo difícil.
Necesitamos risas y cariño del bueno.
Compartid con nosotros un hermoso mañana.
Yo os conjuro y os marco apasionadamente.




Puertollano, 10 de julio –
Reus, 6 de agosto de 2011.

Epitalamio para Rita María Fernández Iglesias

Benjamín Hernández Caballero

CONCIERTO NUPCIAL MADRILEÑO
PARA RITA MARÍA Y MIGUEL








Alborada

Invitada a cantar
na mañá do matrimonio,
peixes e paxaros
asubiando voces de mel e rosa.
O ceo está sorrindo,
o sol esperta a madrugada.

















I
Andante Cantabile


Se asombran los abrazos y las vicisitudes,
se rompen los enigmas de tantos corazones,
las quimeras se vuelven feroces realidades
y los labios se estrellan en besos infinitos.

Bajo el volcán de dicha de vuestro compromiso
se altera el pulso, choca, se aflojan las cadenas,
los nudos se hacen fuertes como el sonar del trueno
y el tiempo se eterniza en un solo momento.

Las caricias estallan en un vuelo de pájaros.
La risa está teñida con la luz de las lágrimas.
Vuelven a la mirada imágenes antiguas
y los ojos se empapan con sombra de otros párpados.

Bendecidnos a todos con un sol de ternura,
dadnos a comulgar vuestra pasión completa,
dejadnos un regalo de amor incontestable,
como una tempestad de cariño absoluto.















II
Allegro brillante


Cuando todos os miramos
vemos que aquello era cierto.
Que el sol estaba en vosotros,
y que el amor era esto.

Rita y Miguel se nos casan
y se ha detenido el tiempo,
como si en sólo un minuto
cupieran siglos enteros.

Bajo la luz de la alcoba
los abrazos inconcretos
se vuelven llagas y lunas
en una danza de sueños.

Tantas palomas emprenden
sus atormentados vuelos
que el aire se ha condensado
en una nieve de incienso.

Entre sábanas de azúcar
se han de cobijar los cuerpos.
Ningún temor os asalta
y el miedo ya es caramelo.

Los arcángeles bendicen
alborozos y deseos
y los convidados brindan
con licor de vuestros besos.





III
Scherzo. Soneto


Miguel es mar y Rita su afluente.
Lleva arroyos de miel y de tormenta,
olas de libertad, hojas de menta
y crecidas de paz contra corriente.

Los ojos, de crepúsculo infrecuente,
albergan una luz que representa
la razón pertinaz que se acrecienta
conforme va inundando su vertiente.

Las mareas mecidas por su luna
tienen crestas de soles infinitos
que salpican de espliego su avenida.

Aguas de todas partes y ninguna,
peces de plata bellos y benditos:
el canto permanente de la vida.

















IV
Finale


Rita y Miguel se han convertido en uno.
Dichosos los llamados a esta fiesta.
Benditos los que vienen
en el nombre infinito del cariño y del alma.
Yo conjuro al destino,
amonesto a la vida,
y apelo a la alegría.
Que vuestro amor sea recordado siempre.
Que esto que hoy nos reúne a vuestro lado
sea duradero y fuerte,
hasta el principio mismo
de la nunca abarcable eternidad.





Puertollano, primero de julio –
Madrid, 29 de julio de 2011.