Ian Gibson habla de Ainadamar, el nombre de una fuente que en árabe significa “manantial de lágrimas”. Y yo me acuerdo de lo bien que suenan ríos y fuentes: Guadalquivir, Duero, Ebro, Guadiana, Turia, Montoro, Sil… Hay que ver con lo toscos que somos los homo sapiens, lo inspirados que hemos estado a veces. En ocasiones, además, el sentido de las voces abunda más aún en lo que estamos diciendo.
La belleza de los topónimos, la mayor parte de las veces, está muy lograda. Sorprende agradablemente que los seres humanos sean tan poéticos al nombrar, sobre todo, ríos y fuentes. Eufónicos y evocadores, los cursos y manantiales de agua se llaman con la voz del corazón.
Lamenta Gibson, una vez más, el asesinato de Lorca, tan cerca de lugares con nombres tan bien puestos. Lástima que a Federico lo mataran. En cualquier parte. No hay excusa por el punto geográfico.
Menos mal que tenemos nombres hermosos en los que dejar a nuestros muertos. En Puertollano, los muertos inocentes y culpables reposan junto al arroyo de la fuente de la Bachillera , en su caminito de plata hacia el río Ojailén. Que a partir de la afluencia del Fresneda, pasa a ser el Jándula. Maravillosas denominaciones del origen de la Humanidad : el Agua.
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